En un principio creía tener una relación normal, nada parecía extraño y realmente yo disfrutaba mucho estar con mi pareja y ella disfrutaba el estar conmigo, nuestra vida sexual también parecía estar muy bien, lo normal, de hecho cuando comenzó la relación teníamos bastantes relaciones sexuales, no parábamos, parecíamos conejos. Al cabo de unos meses, como pasa en todas las relaciones las ganas empezaron a bajar un poco obviamente, pero igual teníamos unos cuantos encuentros a la semana y lo seguíamos disfrutando.
Hasta que un día noté que su interés se redujo muchísimo más y no les voy a mentir, el mío también, a veces hasta prefería masturbarme, era una monotonía que ya se sentía bastante pesada entre ambos, cada vez era más rutinario y hasta sentía que ella fingía sus orgasmos, tanto así que tuvimos problemas y bastantes por esta causa, así que antes de tirar la toalla y como buen macho alfa intente hacer algo diferente.
Investigue en internet y me di cuenta de que era muy común lo que sucedía, pero también comprendí que era mi labor revivir y volver a darle ese picante a la relación, busque varias alternativas, explicaciones de por qué sucedía eso que nos estaba pasando y después de mi investigación decidí actuar así qué puse manos a la obra, había leído sobre el famoso ‘squirt’ del orgasmo femenino y ahora lo único que tenía en mente era darle el mejor squirt de su vida y por lo menos el primero conmigo.
Todo empezó alrededor de las 6 de la tarde, estaba cayendo la noche, de un momento a otro sonó mi celular y todo era buenas noticias, contesté y me dijeron que había llegado un paquete, me sorprendí porqué fue realmente rápida la gestión desde que lo pedí hasta que llegó a la portería de mi conjunto, me alegré y bajé a recogerlo. Subí y abrí el paquete, en ese momento me dije a mi mismo: ‘Será una noche increíble’.
Lo primero que tomé del paquete fue mi botellita de obsequio de PMX, la bebí y empecé a ambientar el apartamento, mi pareja llegaría a eso de las 8 de la noche, y lo que necesitaba era que no sospechara nada puesto qué todo lo hacía para que las cosas mejoraran. Ya estaba todo listo: luces tenues y un par de velas. Empecé a hacer la cena, aunque siendo sincero, en lo único que pensaba era en comermela y no a los espaguetis que hacía en ese momento.
La cena casi terminada, aún me quedaban 40 minutos para bañarme y quedar como la situación lo ameritaba, así que dejé la cena lista y procedí a darme un duchazo.
Salí del baño y me vestí con mi mejor ropa, me apliqué un poco de perfume, ella llegó sobre las 8:10 pm, se veía hermosa y tenía esa mirada de diabla cuando llegó; me dijo: ''Hola, ¿Cómo estás? Huele delicioso'', mientras sonreía. Yo respondí: ''Debe ser la cena'' y me dijo entre risas ''Si huele así, debe saber mejor'' y soltó un comentario que rompió todo el hielo: ''Dicen que los hombres que cocinan bien, lo hacen todo bien''
Acomode su silla, le serví algo de vino; mientras ella lo bebía, yo servía la cena.
Le servía la comida mientras ella me miraba con ojos de diabla. Emplaté lo justo y ojo aquí, digo lo justo porque si no lo sabían, no es muy bueno dejar a una mujer completamente llena antes de llevarla a la cama, ya que al quedar muy llena puede caer la libido o le puede dar sueño, es por eso por lo que se debe servir lo justo, que quede satisfecha y con ganas de más (Ya saben de lo que hablo).
Comimos y charlamos. Después de un rato de coqueteos, indirectos y copas de por medio le dije: ''Si quieres vamos a la habitación, podemos estar más cómodos ahí'', a lo que me dijo con esa cara de mala: ¡Vamos! Pero primero quiero un masaje
Aquí es donde debo decirles que mi investigación empezaba a dar frutos, puesto qué había leído que un hombre siempre debe tener un aceite para masajes. Le quite primero la blusa y luego el brasier, saqué el aceite y empecé a masajear su espalda y hombros, no quería apresurarme, cada vez iba más abajo de su espalda y cuando ya estaba en lo más bajo empecé a quitarle el pantalón y las tangas.
Acto seguido pase a sus nalgas y empecé a deslizar mis dedos sobre ella; sobre sus dos hermosas nalgas, dejando caer mis dedos y rozando su vagina, pasé a sus piernas y entre gemidos tenues, el olor del lubricante y esa calentura, dije: ¡Es el momento!
Saqué otro producto que había comprado para esa noche, según lo que había leído era esencial, sin embargo, yo estaba algo escéptico, se trataba de una pequeña bala vibradora y empecé a estimular su perineo, su ano y su vagina, ella ya estaba a no poder y me encantaba la sensación que tenía sobre ella, la estaba dominando totalmente. Seguí estimulando su vagina y ella ya me pedía que se lo metiera, le dije: ''Aún no''; le vendé los ojos y solté un ''eres mía''.
Empecé a estimular su ano y cuando se retorcía de placer saqué mi arma secreta ¡Un plug anal! Lo empecé a introducir lentamente y ella sólo gemía de placer, en este punto cabe aclarar que yo estaba también con muchas ganas de meterlo, así que procedí y mientras tenía el plug puesto yo la penetraba como si no hubiera un mañana. ¿El resultado? Un squirt espectacular y yo ni me había venido. Ese día duré más de tres rounds de seguidos y todo fue increíble, sin duda alguna, el mejor polvo de mi vida.
¡Toda una experiencia! Mi secreto, un pequeño kit que compré, el nombre era Kit mejores orgasmos y por supuesto que tuvimos buenos orgasmos, fui por supuesto un polvazo y ahora con mi pareja hemos experimentado muchas más cosas desde que probamos el kit, la mente se abrió completamente y disfrutamos mucho más del sexo que cuando empezamos en la relación.